Las Mujeres y la Independencia en América Latina Una exploración de la participación de las mujeres en las guerras de la independencia en América Latina |
Género: Femenina
Origen étnico: Blanca
Acontecimientos:
1778 | - | Mexico City | - | Patriota | - | Nacida |
1794 | - | Mexico City | - | Patriota | - | Casada |
1802 | - | Mexico City | - | Desconocido | - | Otro |
1805 | - | Mexico City | - | Desconocido | - | Enviudada |
1811 | - | Mexico City | - | Patriota | - | Otro |
1811 | - | Querétaro | - | Patriota | - | Exiliada |
1820 | - | Mexico | - | Patriota | - | Otro |
1825 | - | Mexico City | - | Desconocido | - | Otro |
1850 | - | Mexico City | - | Patriota | - | Muerta |
Conexiones:
Confidentes de BolívarBiografía:
Traducido por Soledad Guzmán Rodríguez.
Nacida en Ciudad de México el 20 de noviembre de 1778 y conocida también como María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba, “La Güera Rodríguez", famosa por su belleza e ingenio apoyó el movimiento de Independencia. En 1811 organizó una conspiración contra el Virrey Venegas usando una mezcla de militares y eclesiásticos, quienes fueron traicionados por el Padre Camargo de la Merced. Los líderes fueron capturados y sus riquezas confiscadas. La Güera se negó a dar el nombre de sus cómplices durante su interrogatorio y encarcelamiento.
Esposa de un adinerado minero, Manuel Lazarín, ella sostenía tertulias en su casa. A menudo, se discutía sobre política y se maquinó un plan para capturar al Virrey Francisco Javier de Venegas en un esfuerzo por obtener la liberación de Hidalgo. Aparentemente, ella estaba más entusiasmada que los hombres por llevar a cabo este complot diciendo "ya no hay hombres en América". Dirigió el plan hasta su descubrimiento. (Arrom, 34.)
Tuvo 3 maridos y 7 hijos, sólo dos de los cuales estaban vivos cuando ella falleció a la edad de 72 años. (Arrom, 127) Una de sus hijas se casó con el Conde de Regla. (Calderón de la Barca, 182.) Uno de sus maridos, José Villamil y Primo, era “un golpeador de esposas crónico". Lo acusó de intento de asesinato el 4 de julio de 1802, después que él le disparara. Tiempo después, él la acusó de adulterio, un cargo que se dice había sido inventado para justificar su brutalidad hacia ella. La madre de Rodríguez estaba tan preocupada por la seguridad de su hija que le pidió al párroco local que la vigilara por ella, cuando su hija y Villamil se quedaran en su hacienda (lejos de la protección de su familia). (Arrom, 233, 248.)
Era famosa por su belleza, encanto e ingenio. Se dice que habría tenido aventuras amorosas con Bolívar, Humboldt, Iturbide, y el Canónigo José Mariano Beristáin. Se casó con José Jerónimo López de Peralta en 1794 y tuvieron cuatro hijos. El matrimonio terminó en 1805 cuando él murió. Él le había pedido el divorcio. Más tarde se casó con el Dr. Juan Ignacio (o Mariano) Briones, quién murió unos pocos meses después. Su tercer matrimonio fue con Juan Manuel de Elizalde, un chileno. Conoció a Hidalgo antes de la independencia y en 1810 fue llamada ante la Inquisición y luego exiliada a Querétaro. De modo clandestino apoyó a los insurgentes, dándoles dinero y escribiendo para ellos. Sostenía tertulias en México a las cuales asistía Iturbide. Estas tertulias llegaron a ser parte de su juicio cuando era emperador. Rodríguez también estuvo en contacto con Los Guadalupes, un grupo que incluía a muchas mujeres que trabajaban por la causa de independencia. (Guedea, 1286)
Calderón de la Barca estuvo con ella varias veces y disfrutó de su compañía. “La Güera Rodríguez nos contó que en una de sus haciendas, una mujer de esa raza [Zambo] tenía un aspecto tan terriblemente horroroso que el sacerdote se había visto obligado a pedirle que permaneciera en su hogar, porque distraía la atención de la congregación.” (Calderón de la Barca, 382.) “Regresamos a casa junto con la Güera Rodríguez, quien estaba con nosotros en el carruaje, entregándonos una animada y vívida descripción de cómo solían ser las fiestas de antaño [en Santiago, cerca de Ciudad de México]. (Calderón de la Barca, 404.)
La nieta de la Güera (hija del Marqués de G—e) hizo su primera aparición en la sociedad mexicana en una fiesta en San Agustín. A esa fiesta asistió el Ex-Ministro Cuevas y Calderón de la Barca. (Calderón de la Barca, 385.)
Es descrita por Frances Calderón de la Barca como: “De un carácter extraordinario, bien conocida aquí con el nombre de La Güera (la justa) Rodríguez, se dice que hace muchos años atrás Humboldt la habría descrito como la mujer más bella que había visto en el transcurso de sus viajes. Considerando el lapso de tiempo que ha pasado desde que este distinguido viajero visitó estos lugares, quedé casi estupefacta cuando su credencial fue enviada con una solicitud de admisión, y aún más, también descubrir que a pesar de los años y los surcos que el tiempo disfruta arar en los rostros más hermosos, La Güera mantiene una profusión de rizos rubios sin una cana, un conjunto de dientes hermosos y blancos, ojos muy bellos, y gran vivacidad. Se dice que su hermana, la Marquesa de Juluapa, fallecida recientemente, también habría sido una mujer de gran talento y de extraordinaria habilidad para conversar. Ella es otra de la antigua nobleza que ha caído. El doctor que la atendió en su última enfermedad, un francés de nombre Plan, de una gran reputación aquí, ha enviado una cuenta a sus albaceas por diez mil dólares, los cuales, aunque esto no sea una gran sorpresa, la familia se rehúsa a pagar y por lo tanto hoy existe una demanda por esto. Las extorsiones de médicos en México, particularmente de doctores extranjeros han sido de tal magnitud, que una persona con una fortuna moderada debe pensarlo muy bien antes de ponerse en sus manos. Para ellos, una anciana rica, de salud delicada y sin ninguna dolencia en particular es una inversión más segura que una mina de plata.
Encontré a La Güera una mujer muy agradable, una perfecta crónica viviente. Está casada con su tercer marido y tiene tres hijas, todas ellas célebres bellezas: La Condesa de Regla, quién murió en Nueva York y fue sepultada en la catedral de esa ciudad, la Marquesa de Guadalupe, también fallecida, y la Marquesa de A—a, ahora una guapa viuda. Hablamos de Humboldt, y conversando de ella misma en tercera persona, me relató todos los detalles de su primera visita y su admiración por él. Me dijo que por aquel entonces, ella era muy joven, aunque ya estaba casada y era madre de dos niños, cuando él visitó a su madre. Estaba sentada en una esquina donde el barón no la veía; hasta que hablando muy seriamente sobre el tema de la cochinilla, preguntó si podría visitar algún distrito donde hubiera una plantación de nopales. ‘Seguro’ dijo La Güera desde su equina. ‘Podemos llevar a M. de Humboldt allá’ con lo cual la vio por primera vez, quedó alucinado, y finalmente exclamó: ‘Válgame Dios! ¿quién es esa niña?’ Luego de eso, él estaba constantemente con ella, y se dice que estaba más cautivado por su ingenio que por su hermosura, considerándola una suerte de Madame de Stael del occidente. Todo esto me lleva a sospechar que el serio viajero estaba absolutamente bajo la influencia de sus hechizos, y que ni minas ni montañas, ni geografía ni geología, ni conchas petrificadas, ni piedra caliza de Los Alpes, lo habrían alejado de tener un leve coqueteo con ella. Es un consuelo pensar que ‘a veces, incluso el gran Humboldt cabecea’" (Calderón de la Barca, 99-100)
Compartieron un carruaje para ir a una fiesta en San Antonio. (Calderón de la Barca, 221.)
Calderón de la Barca recuerda una de las historias de La Güera que “es demasiado original para que se pierda". Una dama de alto rango había fallecido en México, sus parientes le prometieron llevarla a su última morada, según las costumbres de aquella época y vestirla con su magnífico vestido, el que había usado el día de su boda. Este vestido era una maravilla de lujo, incluso en México. Estaba completamente compuesto del más fino encaje, y los volantes estaban hechos de una especie de punto que costaba cincuenta dólares la vara (la yarda mexicana). No había otro igual. También estaba adornado y abrochado cada ciertos intervalos con cintas espléndidamente bordadas con oro. Con este vestido, la Condesa de – fue puesta en su féretro, miles de queridos amigos se agolpaban para ver su hermoso traje mortuorio. Finalmente, fue colocada en su tumba, y la llave fue encomendada al sacristán.
Pasar de la tumba a la ópera es una transición muy abrupta, no obstante, ambas tienen participación en esta historia. Una compañía de bailarines franceses apareció en México, un ballet de cuarta categoría, y la bailarina a cargo era una pequeña damisela francesa, que se caracterizaba por sus cortas batas, su coquetería y sus asombrosas piruetas. Durante la noche de una de sus piezas de ballet favorita, Mademoiselle Pauline hizo su entrada con una sucesión de piruetas, y equilibrándose sobre los dedos de sus pies, miraba a su alrededor en busca de aprobación, cuando un súbito estremecimiento de horror, acompañado por un murmullo de indignación impregnó la reunión. Mademoiselle Pauline ¡estaba vestida con el mismo vestido con que la difunta condesa había sido enterrada!. Encaje, volantes de puntos, cintas doradas, era imposible confundirlo”.
La bailarina se declaró inocente, ella le había comprado el vestido a un modisto francés en Ciudad de México. Este resultó ser el sacristán de San --, quien fue arrestado y puesto en prisión. Después de esto, los magníficos vestidos fueron sustituidos por ropa sencilla antes que las tumbas fueran colocadas en las criptas, para alejar la tentación de los sacristanes” (Calderón de la Barca, 98-100.)
Tuñón asegura que ella tuvo 3 esposos y varios amantes, entre los cuales, se dice, fueron Bolívar, Humboldt e Iturbide. (Tuñón, 86)
Neuhaus indica a Ignacia, "La Güera" Rodríguez, como una de las amantes de Bolívar, cuando él estuvo en México. (Neuhaus Rizo, 136)
Ella casó a sus tres hijas con los mejores partidos de México: el Conde de Regla, el Marqués de Guadalupe, y el heredero del Marqués de Aguayo. Uno de sus sobrinos fue Marqués de Uluapa, y otro llegó a ser Marqués de la Cadena después del triunfo de Iturbide. (Ladd, 122.),
Ella aparece como miembro de la Sociedad de los Guadalupes, bajo el encabezado "Incoados en la Conspiración de 1811". (Torre Villar, lxxix)
Agustín de Iturbide estuvo entre aquellos que asistieron a sus tertulias. (Gueda, 1286)
Un tribunal le da el nombre de María Ignacia Rodríguez. (Arrom, 1985, 223)
Se divorció en 1802 luego de un proceso judicial que duró desde el 4 de julio de 1802 hasta noviembre de 1802. (Arrom, 1976, 63-108)
W.H. Ward menciona sus perlas, las cuales eran "notables por su tamaño". También se refiere a la Marquesa de Guadalupe y la Condesa de Regla como si fueran parte del mismo círculo social. (Ward, 593)
Miquel I Vergés le da el nombre de Mariana Rodríguez del Toro de Lazarón y declara que ella fue una de las principales organizadoras de la conspiración de abril de 1811. Ella hacía tertulias en las cuales se expresaron ideas de independencia. En una de estas tertulias, se dieron a conocer las noticias del arresto de Hidalgo y otros insurgentes. Rodríguez declaró que debieron haber capturado al virrey en respuesta al arresto. Ella y su marido Lazarín estuvieron en prisión hasta diciembre de 1820. (Miquel I Vergés, 507)
Ella fue anfitriona de reuniones pro-independencia. En una de ellas, en 1811, indujo a una conspiración para tomar como rehén al virrey. El complot falló, y ella y su marido estuvieron en prisión hasta 1820. (González y Obregón, 158-159)
Murió el 1 de noviembre de 1850, en Ciudad de México.
Biografía traducido por: Soledad Guzmán Rodríguez
Referencias:
Domenella, Ana Rosa, and Pasternac, Nora (editor). (1997) Las voces olvidadas: Antologia critica de narradoras mexicanas en el siglo XIX
Werner, Michael S. (editor). (1997) Encyclopedia of Mexico
Arrom, Silvia (1976) La mujer mexicana ante el divorcio eclesíastico (1800-1857)
Arrom, Silvia Marina (1985) The women of Mexico City, 1790-1857
Calderón de la Barca, Frances (1982) Life in Mexico
González Obregón, Luis (c1952) Los procesos militar e inquisitorial del Padre Hidalgo y de otros caudillos insurgentes
Ladd, Doris M. (1976) The Mexican Nobility at Independence 1780-1826
Miquel i Vergés, José María (1969) Diccionario de Insurgentes
Neuhaus Rizo Patrón, Carlos (1997) Las Mariscalas
Torre Villar, Ernesto de la (1966) Los "Guadalupes" y la Independencia, con una selección de documentos inédittos
Tuñón, Julia (1998) Mujeres en México: recordando una historia
Ward, H. G. (1828) Mexico in 1827