Biografía de José Joaquín Fernández de Lizardi

Autor: José Joaquín Fernández de Lizardi

Tipo de publicación: Folleto

Título: Calendario

Año de publicación: 1825

Ubicación creado: Mexico City

Lengua: Español

Lugar del texto: Reproduced in Genaro García, Documentos históricos mexicanos, Tomo V, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, México DF, 1985. pp.474-478. en University Library, Cambridge

Resumen: Details women who contributed to the independence cause in Mexico.

Contenido:


NOTICIAS BIOGRÁFICAS DE INSURGENTES MEXICANAS, POR D. JOSÉ JOAQUÍN FERNÁNDEZ DE LIZARDI.

p.474
Doña Mariana Rodriguez de Lazarín.
La ciudadana Maria Rodriguez de Lazarin, semejante á la anterior [Leona Vicario], debió á la naturaleza un talento despejado para conocer los derechos de su patria, y una fibra bastante delicada para sentir su usurpación.
Desde muy jóven tuvo tal antipatía al gobierno español que declinaba en ódio. Si fué grande su júbilo el año de 810 cuando supo el pronunciamiento de libertad por el sr. Hidalgo, fué mayor su pesar la triste noche en que el impolítico y bárbaro gobierno español anuncio á los mexicanos con un solemne repique de campanas la prision de este héroe desgraciado.

No fué estéril el sentimiento de Mariana. Su digno esposo el benemérito y bien probado patriota ciudadano Manuel Lazarin, entonces alguacil mayor de guerra,, tenia en su casa una sociedad de americanos merecedores de este nombre: ellos comenzaron á trazar en México una conspiracion contra el gobierno, y nuestra heroina los estimuló con sus razones y valor á que la llevaran al cabo; porque [les decia] seria una vergüenza que porque ha faltado Hidalgo, no haya otros americanos que lo sigan y continúen su grande obra.

El objeto de esta conspiracion era arrestar al virrey y á todo el gobierno y dar el golpe mortal á la dominacion española. No solo con las palabras é insinuaciones trabajaba nuestra heroina, sino con los hechos. Ella tubo (sic) mucha parte en la formacion de los planes, y se (p.475) arrojó á seducir á la oficialidad del campamento que tenia el virrey Venegas en el paseo nuevo. Mucho trabajo le costó, á mil trabajos se espuso; pero sus fatigas no habrian sido infructuosas si la conspiracion no se hubiese descubierto; este golpe deshizo en un momento los trabajos de muchos dias. El aciago de 29 de abril del citado año de 11 fué conducida á una bartolina de la carcel de corte. Aquí fué donde esta muger, honor de su sexo, manifesto su intrepido valor y su maravilloso secreto. Ella, su marido y muchos complices, á quienes entregó un compañero á quien se le ofrecio el indulto por la denuncia, estaban presos separados unos de otros y sin ninguna comunicacion. El que haya estado preso y separado por causa de la insurreccion en aquellos tiempos y bajo la ferula del sanguinario Batallér y sus dignos compañeros que componían la llamada Junta de seguridad, sabrá cuanto atormentaban el espiritu estos satrapas de Neron. Las astucias, las intrigas, las amenazas, todo lo empleaba Batallér sin cesar, á fin de que la heroina descubriese a sus cómplices, mas era en vano. ¡ Cuantas veces á las doce de la noche la sacaban del separo para que declarara! Por lo ordinario el dia que habia encapillados ó ajusticiados, no se olvidaba Batallér de esta estratagema maliciosa con el sano fin de intimidarla; sin embargo, Mariana era una roca: á nadie entrego, ni nada confesó en siete meses que sufrió de una rigorosa incomunicacion, en la que no se perdía intriga ni momento para sorprenderla; hasta que habiendo confesado todos los hombres, careados con ella 3, acusándola todos como á la inventora o cabecilla de la conspiracion, viendo que todo se habia perdido y nada abanzaba con su secreto, dijo: pues los señores ó los nenes no han tenido carácter, es inútil que guarde mas silencio. Entonces no hizo mas que decir que era cierto lo que ellos ya habian confesado.

Diez años de prision sufrió esta señora, y en ellos padeció las enfermedades, miserias, ultrajes y trabajos que son consiguientes á tal desgracia. Su ánimo y patriotismo no se disminuyó por la prision, en ella misma persuadía á cuantos podía á que abandonasen el partido realista, y aun tubo valor para intentar con otros, nuevas conspiraciones en la carcel, Digan ahora los necios si las mugeres son incapaces de valor, secreto y constancia. Estas virtudes se hallan muchas has veces en el bello y delicado sexo mas afirmadas que en el fuerte.



p.476
Doña María Fermina Rivera.
La ciudadana María Fermina Rivera, natural del pueblo de Tlaltizapan, viuda del coronel de caballeria ciudadano José Maria Rivera, quien murió en el Cerro de Chichihualco en febrero de 821 defendiéndose valerosamente al lado del general Guerrero.

Esta heroica patriota sufrió con resignacion y constancia todos los trabajos y miserias que fueron consiguientes á la guerra de la insurreccion, tanto mas cruel, cuanto que carecían, las mas veces, de todo auxilio en medio de la mas des (h) echa persecucion. Así es que esta Señora tubo que luchar con hambres terribles, caminos fragosos, climas ingratos y cuanto malo padecieron sus compañeros de armas, pudiendo ella dar tal nombre á los soldados, porque algunas veces cogía el fusil de uno de los muertos ó heridos, y sostenía el fuego al lado de su marido con el mismo denuedo y bizarria que pudiera un soldado veterano. Esta heroicidad es digna de la memoria de la pátria.



Doña Manuela Herrera.
La benemérita ciudadana Manuela Herrera, honor de México su pátria desde los principios de la gloriosa revolucion manifestó su patriotismo en grado heroico: nacida con bastantes proporciones, sin embargo de ser hija de familia, hizo cuantiosos socorros á los insurgentes, y muerta su madre se marcho quemando antes por su misma mano una de sus haciendas á presencia del valiente Encarnación Ortiz [alias el Pachon], y su tropa, cuya quemazon ejecutó por quitarles el auxilio de su casa, á los enemigos de su pátria. Desde entonces anduvo en compañia de los defensores de, esta, sufriendo las privaciones y trabajos consiguientes á la campaña, y exponiendose á los peligros de la guerra en las diferentes acciones en que estuvo.

Luego que llegó el general Mina, se le reunió y le ministró cuanto pudo, acompañandolo con su hermano, y franqueandole su casa en el rancho del Venadito de su pertenencia, donde fué hecha prisionera, (p.477) la misma noche que sorprendieron al general Mina: le saquearon su plata, alhajas y dinero, sufrió mil insultos de una soldadezca vengativa, hasta desnudarla, amarrarla y hacerla caminar á pie cerca de dos leguas. Orrantia le tuvo compasion, y la dejo libre. Sola, mal vestida y fugitiva, en cierta vez encontro unos baños termales; en uno se baño y en otro muy activo echó mientras sus pobres trapos con el objeto de que se murieran los innumerables y asquerosos animalillos de que abundaban, pero i cual sería la afliccion de esta pobre señora, cuando saliendo de bañarse no encontró de su ropa sino las cintas de las enaguas, porque la actividad de la agua todo lo habia des(h)echo! Entonces como pudo hizo un cendál de hojas de árboles, se cubrió con ellas, y se fué a esconder en una gruta: su estraña figura llamo la atención de unas indias que por allí pasaron, quienes la socorrieron con una mala camisa de manta, unas enaguas de gerguetilla, y un pedazo de paño ó reboso de lana.

Por esto poco se podrá conocer cual seria la decision, el valor, el desinterés, el patriotismo y el mérito de esta Heroina. Baste decir que cuando aquí apenas se tiene noticia de sus hechos, se halla elogiada en papeles públicos de Lóndres y de los Estados Unidos.



Otras insurgentes.
Por no hacer este calendario más volum(in)oso no ponernos las acciones heroicas de muchas señoras patriotas de que tenemos alguna noticia, Do porque las espresadas sean las únicas que merezcan nuestra atencion y reconocimiento de la pátria; porque ¿quien olvidará los importantes y oportunos servicios que prestó á la santa causa de la, insurreccion la exma. ciudadana Maria Josefa Ortíz de Dominguez, digna esposa del Sr. Dominguez individuo que fué del Poder Ejecutivo? ¿quién no save los servicios y caridades que hizo á los presos insurgentes la ilustre ciudadana Maria Petra Teruel de Velasco? ¿quién no admirará la constancia y valor de la ciudadana Ana Maria Garcia esposa del benemérito patriota Coronel José Felix Trespalacios, la que caminó 160 leguas hasta el lugar á donde llevaron á su esposo las tropas del Rey y á costa de trabajos y vergüenzas logró (p.478) eludir dos sentencias de muerte fulminadas contra él y salvarlo, con siguiendo con la libertad de su marido, el que éste á la cabeza (le unas tropas estrangeras mantuviese el fuego sacro de la libertad hasta el grito de Iguala, en una provincia tan equivocadamente realista, que pudo ver sacrificará sangre fria á los primeros héroes de la pátria?

¿Ni quién olvidará el valor y desinterés de las sras. Gonzalez, naturales de Pénjamo, que desde los pricipios de nuestra gloriosa lucha se convirtieron en apóstoles de la buena causa, desengañaron á cuantos podian y sirvieron con su dinero á los insurgentes, hasta que siendo perseguidas por esta causa, determinaron irse con ellos; pero antes pagaron peones á peso para que derribaran su casa como lo hicieron, por tal de que los enemigos no se aprovecháron de ella?

En una palabra, es imposible reducirá número las heroicas americanas que se distinguieron en la pasada insurreccion. Aun en la clase de las pobres como la muger de Albino Garcia, en quien se advirtió un valor admirable. Esta montada á caballo como hombre, con el sable en la mano á la cabeza de la division de Garcia, entraba la primera á los ataques, animando con su voz y ejemplo a los soldados. Otra señora de Huichapan, cuyo nombre ignoramos; pero que vive pensionada por el govierno y cuyos documentos existen en la secretaria de Guerra, levantó á sus espensas una, division, se puso al frente de ella; dio algunas acciones á las tropas realistas, y en una, en que por la ventaja de estas, la dispersaron la gente, se quedó sola haciendo fuego, accion que obligó al comandante á mandar que no la mataran. En efecto, la cogieron viva luego que se le acabaron los cartuchos; pero el comandante la indultó. ¡Tales son de valientes las americanas patriotas! ¿Con cuanto valor no defenderan los hombres su libertad?

Obras escritos por José Joaquín Fernández de Lizardi:
1825 - Calendario
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